A La Joaqui la conocemos y la amamos todos. La tipa supo adueñarse de nuestros momentos de disfrute con la gente que queremos sonando en temas como “Dos Besitos”, “Butakera” y la famosa “tanga colorada”. Pero, ¿Quién es la mujer detrás de los éxitos que bailamos cada finde?
Joaquinha Lerena. Una mina que arrancó de guachita, a los 15 años, en batallas de freestyle, buscando un sueño que parecía un poco imposible. Nació en Mar del Plata, creció en Costa Rica y vivió por un montón de lugares de la Argentina, lugares humildes, quizás, pero lugares donde la calidad humana, los aprendizajes y la comida rica abunda.
Una mujer que apostó a vivir de la música cuando todavía era ilógico pensar que el rap le podía dar de comer a alguien en este país. Una mina también a la que cupido, la mala junta y las adicciones le jugaron sucio.
La desigualdad y la injusticia son las grandes constantes en su vida. En lo artístico, en lo cotidiano, en el amor… Son en punto en común que tiene cada faceta que pudimos conocer de ella. Pero con todo pudo, todo lo superó. Al fin y al cabo, ¿Qué sería de su arte y de sus letras sin las cosas que le tocó atravesar?
Sobrevivió a un ambiente que se creía ajeno a las mujeres, se hizo respetar y logró que respeten a las que vengan. Se paró delante de los abusivos del rap y les demostró, con rimas y barras, que las pibas nacimos con dos piernas para caminar las mismas calles que ellos, con dos ojos para ver las mismas historias que ellos y con cuerdas vocales para contar esas historias, igual o mejor que ellos.
A los que quisieron arrebatarle la vida les demostró que no estaba sola, que tenía un ángel guardián, o guardiana, mejor dicho, que no iba a permitir que eso ocurriera.
Mientras luchaba por crecer en la música, veía pasar por delante de ella a un montón de artistas prematuros que lograban pegarse con dos o tres canciones, a una velocidad desmedida. Para alguien que trabajó tanto, con tanto amor y tanta pasión ¿Existirá algo más injusto que eso?
Ella no podía ocuparse solo de lograr sus metas artísticas, ella tenía otras tareas también: ser mamá y papá, recuperar la autoestima que le habían roto y confiar, de una vez por todas, en sí misma. Para fortuna de todos, un día lo logró, encontró una nueva identidad musical y hoy no hay quien la frene.
Artistas del carajo si las habrá… Compone, diseña su vestuario, elije su puesta en escena y cuida hasta cada mínimo detalle de su show. Es una mujer que se deja influenciar por la cumbia, el rock and roll, el freestyle y la poesía para lograr su música. Y que sabe equilibrar todas esas influencias con las cosas que le tocó vivir y ver; con él barrio, con la calle, logrando un arte tan complejo, y a la vez tan argento y único, que merece ovaciones.
No hay dudas. El 2022 tendrá un lugar especial en su corazón, porque lo arrancó subiéndose tímida al escenario del Lollapalooza, sin poder creer la cantidad de gente que eligió ir a verla, y lo cerró tachando por completo su lista de deseos.
“Los sueños que tenía ya los cumplí”, aseguró en una nota con Quiero Música durante la presentación de su álbum, “Barbie Copiloto”. La sinceridad con la que habló permitió que ese fragmento de la entrevista se viralizara y conmoviera a un montón de gente que le deseó lo que aquellos que la seguimos desde hace años quisimos siempre: éxito y buena vida.
Por: Camila Estraviz – Telefe
