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La historia secreta del antidoping masivo a los jugadores de River

Hay una historia detrás del control antidoping masivo realizado al plantel de River durante la última madrugada en el estadio Defensores del Chaco, luego de la victoria ante Guaraní en el partido de ida por los octavos de final de la Copa Libertadores.

Esta “ceremonia”, que ocurrió por primera vez en la historia de la Conmebol, duró más de dos horas y finalizó a la 1.54 de aquí (2.54 en la Argentina), tuvo a Clarín como testigo.

Un alto dirigente del club contó los pormenores y su análisis de la situación, en un estricto off the récord: “Nos enteramos a las 20.55 por mail. Aunque ya nos habían anticipado durante la reunión técnica que podía suceder y que es reglamentario. ¿Qué pienso? Que es humo para “calmar” a los otros equipos. Pero es discriminatorio. ¿Por qué 18 jugadores de un equipo y sólo dos del otro?”, respondió el directivo de River pasada la medianoche.

“No, no creo que hagamos ninguna presentación en Conmebol. Esto quedó aquí y ya ni vale la pena seguir alimentando los inventos y las mentiras”, fue la respuesta ante la consulta sobre si River protestaría por esta situación que le tocó vivir.

Tras el partido, los 18 futbolistas de River recorrieron apenas 100 metros hasta dos salas contiguas del estadio Defensores del Chaco. En una se efectuó el control antidoping y en la otra, pegada, se labraban las actas que eran firmadas por cada futbolista individualmente.

El primero en llenar el frasco con los 90 mililitros de orina fue Marcelo Larrondo. Luego, fueron pasando de ese lugar hasta el vestuario visitante Pity Martínez, Montiel, Tomás Andrade, Palacios, Batalla, Casco, Alario, Rossi, Bologna, Scocco, Ponzio, Auzqui, Nacho Fernández,  Moreira, Pinola… Hasta ahí iban 16. Faltaban dos “remolones”: Luciano Lollo y Ariel Rojas. Este último fue el último, precisamente, en culminar con “el show del antidóping”. Que tuvo algunos matices para contar.

Obviamente, los futbolistas estaban hambrientos tras el partido y a la sala llegaron cajas de pizzas para saciar el hambre. Las bebidas utilizadas fueron agua mineral y Powerade. No se vieron cervezas ni gaseosas en el lugar. El clima, a unos metros, en  el vestuario, era festivo: se escuchaban las cumbias a todo volumen de Los Totora y también los gritos de cancha de los jugadores festejando la importantísima victoria.

Otro detalle significativo: los futbolistas estaban todos sin botines. Algunos con las medias y otros directamente descalzos. En  el lugar hacía frío (Bologna estaba en remera e hizo el típico gesto de frotarse los hombros para graficar la temperatura ambiente).

¿Por qué estaban descalzos y casi desvestidos? “Para enfriarse. Cuando uno tiene frío orina más rápido”, fue la respuesta de uno de los médicos paraguayos de la Conmebol a cargo del control.

Hugo Martínez fue el encargado del procedimiento. Rodrigo Centurión y Osvaldo Villanueva, los colaboradores. Y Bernardino Caballero el oficial de seguridad del estadio designado para garantizar la validez del acto. Caballero, de buen humor, contó que esta noche tendrá que hacer la misma tarea en el estadio Centenario, en Montevideo.

Está dicho que Rojas fue el último en terminar de cumplimentar el trámite. Fue cómico cómo informaban los que estaban dentro de la sala cómo iba el llenado del frasco. “Ya van 80 (mililitros). Faltan 10…”, fue el primer anticipo. “¡85! Ya casi está”, a los gritos, como festejando un gol.

En ese momento, Rojas apareció en la antesala que lleva al túnel y comenzó a caminar descalzo. Algunos presentes le sacaron fotos. “Ya empezamos con los celulares”, dijo el mediocampista, entre resignado y malhumorado por no poder terminar eso que consideraron “un atropello insólito”.

Del otro lado, en el vestuario, también se realizó la cuenta regresiva. A los gritos, se escuchó desde afuera cómo iban festejando la llegada de cada uno de los compañeros: “Quince… Dieciséis… Diecisiete…” Hasta el último: Rojitas, que le puso fin a una noche que River nunca olvidará. Por el inédito antidoping masivo. Y por una victoria que lo encamina para mantener latente el sueño de ganar otra Copa Libertadores.

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