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Maximiliano Córdoba, el carnicero afuera y adentro de la cancha de Independiente de Río Colorado

En la fecha pasada, arribó a Viedma una hora antes de jugar el partido ante Sol de Mayo, el líder absoluto de la Subzona Norte de la Patagonia del Federal B. No tenía opción. Su trabajo de lunes a sábado en la carnicería de un supermercado de Río Colorado no le dio otra opción. Maximiliano Córdoba, el hombre en cuestión, arribó a la capital de Río Negro, estiró las piernas y se enfundó la camiseta de Independiente. Con su presencia en la defensa, el “Rojo” rescató un punto que le permitió alejarse de la zona de descenso.

“Yo trabajo el sábado hasta las 21.30 y como mis compañeros viajan el sábado después del mediodía, yo tengo que viajar en colectivo de linea o a veces en auto particular. La mayoría de las veces, llego sobre la hora a jugar los partidos de visitante”, expresó Córdoba a este portal informativo, este miércoles, el día de su cumpleaños número 28.

 

“No fue la única vez. Por ejemplo, el año pasado en Bariloche llegue a las 12.30; almorcé y nos fuimos a la cancha. O este año en Trelew con Racing, llegué a las 9.30 de la mañana derecho a la cancha porque jugábamos a la 11”, agregó el zaguero, quien dice que jugó en todos los puestos de la defensa. “Duermo arriba del transporte así llego lo más descansado posible para jugar y ayudar al equipo”, añadió.

El trabajo no es solamente una complicación para jugar. También le causa dificultades a Córdoba para entrenarse. De hecho, no puede asistir a la mayoría de las prácticas. “De lunes a sábado, me levanto a las ocho de la mañana y trabajo hasta las 13. Reingreso a las 17 y le meto hasta las 21. Como se entrena a las 20, no puedo ir y entreno solo con el DT o el ´profe´ a las 14. Solo los jueves puedo estar con el plantel dado que tengo franco”, indicó.

 

“Desgasta el ritmo, y más peleando un descenso, donde estás pendiente de los resultados propios y ajenos. Un partido que perdés es casi una condena. Pero vale la pena este sacrificio.  Es un torneo lindo para jugar, con otro roce, con otro nivel de jugadores”, reseñó. “Todo este esfuerzo que hago, sería más dificil sin el apoyo de mis seres queridos. Mi madre Rosa, mi viejo Eduardo, que ya no está pero que me acompaña y mi novia Micaela y mi hija Carla de tres años son grandes apoyos. Me hacen más fácil todo y me dan fuerzas”, concluyó.

 

Fuente: delsuralnorte.club

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