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Un mensaje para el Gobierno: el kirchnerismo está vivo

En el 2007, el Estadio de Arsenal tuvo una importancia histórica. En el terreno de los Grondona, el kirchnerismo decidió romper con un dilema que no dejaba a dormir al arco político: la candidata sería Cristina. Así se ponía el fin al “pingüino o pingüino”.

Diez años después, la ex presidenta de la Nación eligió Arsenal para dar otro paso de trascendencia: presentar el Frente Unidad Ciudadana, su espacio que rompió con el PJ y piensa dar pelea en la provincia de Buenos Aires. Hoy, la ex presidenta volvió a hablar como en los viejos tiempos pero lo hizo bien a la manera K: todos los problemas empezaron el 10 de diciembre del 2015.

El kirchnerismo lo tiene claro. Sea o no sea candidata, la idea es transformar a Cristina en una suerte de “mito vivo”. El mito mezcla cosas verosímiles con falsedades o argumentos inchequeables. Eso, en silencio, construye el Frente para la Victoria: una Cristina amada por su pueblo, que dejó una Argentina punzante, lejos de las causas por corrupción que la apremian y dispuesta a “dar todo” por levantar al país. Indirectamente eso no se evitó sincerar: “Tenemos que lograr que la imagen sea indiscutible. Hagan espacio“, dijo la locutora del acto, un par de horas antes del discurso de la ex presidenta, pidiendo que los militantes no se peleen por los lugares y permitan entrar a todos los espacios que llegaron hasta Arsenal. Todos los intendentes del FPV dijeron presente.

El objetivo principal se logró: demostrarle al macrismo que, al menos en convocatoria, el kirchnerismo está vivo. La cancha de Arsenal estuvo colapsada. La organización del acto se transformó en un gran problema. Cerca de las 14, todo se desmadró. Empujones, avalanchas, accesos mal habilitados y la pelea por estar cerca de Cristina generó un caos que decretó una demora imprevista en el inicio del acto.

Quince minutos después de las tres de la tarde, Cristina salió a la cancha. Fue la única oradora. “Yo sé lo que está pasando“, así arrancó, soslayando “precios por las nubes, tarifas de servicios impagables” y arremetiendo con “nos quieren dar 100 años más de deuda“. “Gastemos las energías no en insultos, no en agravios, pongamos las energías en movilizar a los ciudadanos. El insulto dejémoselo a ellos“, remarcó ante el primer insulto colectivo al Gobierno de Mauricio Macri.

Lo importante es canalizar está fuerza, esta decisión ciudadana, en organizar. Los convocó a la unidad de todos los argentinos y todas las argentinas“, destacó la ex presidenta, que habló de una “etapa histórica de agresión neoliberal”. “Representar los intereses de los hombres y mujeres de carne y hueso”, pidió y explotó un “Cristina senadora”. Ella sonrió. “He tenido en mi vida todos los cargos gracias a ustedes”, dijo y le dejo lugar a un grito masivo de “Cristina presidenta”. La ex mandataria evitó ser clara sobre su futuro: “He tenido todos los honores y todos los cargos que ustedes me han dado. Vengo ahora a sumarme como una más, a poner el cuerpo, la cabeza y el corazón. Vengo a sumar”.

Aseguró que el macrismo llegó “a romper”, a “desorganizarle” la vida a los argentinos. Con el micrófono se desenvolvió como solo ella sabe hacerlo, sobre un pequeño escenario, colocado de manera tal que quedó casi en el centro del campo, rodeada de la multitud. “Necesitamos ponerle un límite a este Gobierno en las próximas elecciones para que paguen el ajuste”, disparó CFK. “No le hagamos el juego a los que intentan confundir hablando del pasado. No nací de un repollo, el problema es que con ellos no tenemos futuro”, agregó. “Ya no soy la joven aquella que quería cambiar el mundo. Los años pasaron para todos. Me tocó ser madre, perder a mi compañero, ser abuela, porque la vida tiene esas cosas, te da y te quita”, remarcó hablando con el quiebre de su voz. Evitó de todas maneras hablar de su candidatura: “Yo voy a estar siempre junto a ustedes ayudando, en este caso a esta unidad ciudadana”. El juego de palabras fue ambiguo durante todo el discurso.

A lo largo de sus más de 20 minutos de exposición, Cristina criticó con dureza la política económica de Mauricio Macri, marcando esa posición como el eje conductor de sus palabras. Invitó a tres becarias del CONICET a quienes le fueron quitadas sus becas por un recorte presupuestario y sumó a su lado a distintas personas que según sus palabras les cortaron del quite de distintos derechos y apoyos educativos.

Los fue llamando de a uno. Estudiantes, una docente, una jubilada, una pensionada, una bibliotecaria, el dueño de un comercio, productores, el responsable de un polideportivo, la encargada de un comedor, entre otras personas, fueron a quienes eligió Cristina para hablar de la situación que se vive en la provincia de Buenos Aires. Incluso llamó a un familiar de desaparecidos para criticar el “2 x 1” a genocidas. La puesta en escena como mensaje político fue impecable, algo a lo que el Gobierno de Cambiemos no puede encontrarle la vuelta. Esta vez perdió, otra vez, la iniciativa política.

“Está es la realidad, podrás tener coaching, podrán guionarte los discursos, poner carita de bueno”, disparó en una alusión casi directa a Mauricio Macri. “Vinimos a ayudar y construir que para destruir ya están ellos. Yo quería que ustedes entendieran que es esto de Unidad Ciudadana”, dijo rodeada de más de 20 personas.

“No hay que bajar los brazos. Hay que construir algo mejor. Gracias”, cerró Cristina. Empezó a sonar el himno. Esta vez todavía no sé sabe si será pingüina, lo que quedó claro es que está activa y Gobierno tiene que tomar nota de eso.

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