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38 años de democracia: el imprescindible legado de Alfonsín

“Tenemos la responsabilidad de asegurar hoy y para los tiempos la democracia y el respeto por la dignidad del hombre en la tierra argentina”, expresó Raúl Alfonsín al asumir la Presidencia de la Nación aquel histórico 10 de diciembre de 1983, en el marco de una Plaza de Mayo repleta de ilusiones, cargada de alivio y libertad.

No se puede hablar de democracia sin mencionar a Raúl Ricardo Alfonsín. No es casual que se lo denomine el “Padre de la Democracia”, ya que cada una de sus decisiones -desde las que lo transformaron en candidato presidencial hasta cada movimiento que definió hacer durante su mandato- constituyeron la estructura sobre la que se fue fortaleciendo este sistema democrático sólido que tanto le costó afianzar a nuestra Argentina.

De la mano de Alfonsín, aquel 10 de Diciembre de 1983, las instituciones de la República se volvieron a poner de pie y el país retomaba el sendero de la normalidad institucional, después de una extensa noche de autoritarismo y muerte.

Ya durante la campaña electoral Alfonsín marcó una distancia ética abismal con su contrincante, el peronista Ítalo Luder: mientras éste avalaba la amnistía que los genocidas de la dictadura se habían dado a sí mismos, esto es, la IMPUNIDAD, Alfonsín sostenía que la Justicia debía juzgar a los máximos responsables de la represión.

Lo dijo durante la campaña y lo cumplió durante su mandato: en 1985 tuvo lugar el histórico Juicio a las Juntas, el proceso penal contra los jerarcas que llevaron el plan sistemático de exterminio que había comenzado el 24 de marzo de 1976.

Hoy, a 38 años del retorno a la democracia, es arriesgado imaginar qué hubiese sucedido si el pueblo optaba por Luder y su amnistía. Hoy, a 38 años del retorno de la democracia, la inmensa mayoría de los argentinos está convencido de que fue Raúl Alfonsín el estratega central que habilitó la posibilidad de que el sistema democrático se haga fuerte y eterno.

Su perseverante búsqueda de consensos quizá haya sido la mayor virtud política de Alfonsín. Su vocación por la política, por la libertad, por la paz y la justicia fueron los ejes su gestión de Gobierno y constituyeron las bases de este tan ansiado sistema democrático, que es perfectible y tiene la capacidad de poder ir curándose a sí mismo.

Por estas horas habrá varios actos para celebrar un año más de democracia y esta es una gran noticia, pero nadie nunca debe olvidar que fue el gran Raúl Alfonsín el que puso el cuerpo cuando todo era fragilidad, el que se puso al hombro la tarea de cazar a los leones en la selva, no en un zoológico, el que hizo de los derechos humanos una política de Estado y del Preámbulo Nacional su bandera. (APFDigital)

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