Una gran conmoción se vivió en horas de la siesta de ayer en el barrio San Agustín de Paraná. Un adolescente murió y las pericias realizadas en el lugar del hecho determinaron que se trató de un suicidio. Se trataba del joven que estaba imputado por el homicidio de Lucía Torres Mansilla, la mujer trans que recibió 20 puñaladas en su vivienda de calle Ameghino 59 de Paraná.
Se trata de un caso rodeado por tragedias por donde se lo mire: una mujer trans, quien por su condición de género sufrió discriminación y dolor, y terminó asesinada con saña. Un adolescente, poco más que un niño, con una vida signada por injusticias y exclusiones, y con un vínculo con una persona adulta. Ahora, cuando la causa estaba por ser remitida a juicio, con la discusión sobre si era un homicidio simple o un transfemicidio, el caso se cierra por un final que algunos pocos o nadie le encontrará explicación. Ayer, cuando murió, el chico tenía 17 años; es decir que cuando ocurrió el homicidio de La Loba (a mediados de julio de 2019), recién había cumplido los 16. Por un mes no era un menor inimputable.
El suceso ocurrió ayer en horas del mediodía, en calle Florencio Sánchez de Paraná. En el lugar del hecho intervino personal policial de la comisaría Sexta y el fiscal en turno dispuso la intervención de la División Homicidios para recabar información y descartar cualquier situación extraña que pudiera reorientar la hipótesis. Se practicaron las pericia de rigor, y el cuerpo fue trasladado a la morgue de Oro Verde para la autopsia correspondiente.
La víctima del homicidio que se investigaba era poeta y militante del colectivo LGTBIQ+. La discusión central en la causa pasaba por de qué tipo de crimen se trató. Tanto los familiares de la víctima como la Comisión Justicia por La Loba, trabajaron en aportar a la causa las miradas necesarias para que prevalezca la perspectiva de género al momento de acusar.
Diario UNO
