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París en su noche más triste

Desde París

Todo y su contrario, en la misma noche: la tristeza más profunda de una ciudad que se había preparado para festejar hasta mañana el triunfo de la selección francesa en la Copa del Mundo Qatar 2022 y la alegría de la tierna comunidad argentina que festejó con una alegría tan profunda como la pena de un París que de pronto se volvió lluviosa, vacía, pesadumbrosa. Una perla de contrastes y también, a su manera, algunos chispazos de groserías oficiales como el que ofreció a los pasajeros la compañía que administra la red de metros de París, RATP. No se les ocurrió mejor idea que rebautizar el nombre de la estación del metro Argentina con el nombre “Argentine-France, vamos los azules”. Un disparate delirante que no es nuevo en el caso de la RATP. En 2018, cuando Francia ganó el Mundial de Rusia, la empresa parisina de transportes ya había rebautizado estaciones con el nombre de varios jugadores de la selección francesa.

La tercera estrella se quedó anoche en otra camiseta y la comunidad argentina de París lo festejó a lo grande; en la embajada, en los restaurantes argentinos de la capital francesa, en la calle. Lamentablemente, la pizzería argentina París-Boca tuvo que cerrar después del partido. Unos hinchas forajidos de la selección que perdió vinieron a provocar a los clientes y rompieron la puerta. Vino la policía y desalojó el lugar por precaución. Muy distinta era la fiesta en el restaurante El Sur, situado en el Boulevard Saint Germain. Ahí sí que había una explosión renovada de felicidad colectiva. Empanadas, choripanes y cervezas nacionales acompañaron los festejos de una noche que envolvió todos no ya en una alegría de hincha fanático sino en algo más sutil y potente. Ser felices juntos porque sí, de puro futbol por encima de la corrupción y los arreglos oscuros que le dieron a Qatar la organización de un Mundial. A Su manera real e inocultable, anoche, en Qatar o en París, ganaron los pies mágicos de nuestro Sur contra una de las potencias más fuertes del fútbol mundial. Evidentemente, queda también lo inocultable: cara o seca y más allá del mundial, ganaron los cataríes. Como son propietarios del club parisino PSG, allí juegan las dos figuras de esta final, Messi y Mbappé. Qatar ganó así incluso por encima de la identidad del campeón del mundo. No hubo cara o seca. Las dos caras le pertenecen.

Llueve en París. Es una lluvia fría a intermitente donde resuena el silencio de los derrotados. No es una de esas derrotas deportivas comunes. Ha sido la derrota de la certeza. Los medios y la gente estaban seguros de que iban a ganar, de que las aceleraciones de Mbappé dejarían a la selección argentina mirando de lejos. Hace un par de días, en una entrevista que le hicieron a Macron, el presidente francés prometió que el paseo de los jugadores triunfantes por la Avenida de los Campos Elíseos sería más lento que el frustrado de 2018. Aquel recorrido de los entonces campeones del mundo se hizo como una formalidad veloz, sin que a nadie le importara las decenas de miles de personas que había ido a los Campos Elíseos a saludar a su selección.

París en su noche más triste

París en su noche más triste© Proporcionado por Página/12

Esta vez no habrá. Aurélie, una hincha de Francia, vuelve a su casa por los Campos Elíseos vacíos, apenas agitados por los grupitos de argentinos que celebran la victoria de su selección. ”No puedo volver a mi casa de tanta tristeza que tengo. Está bien la victoria argentina, pero nuestra derrota después de un partido así se me quedará incrustada en el alma”. Los Campos Elíseos tuvieron anoche varias vidas. La primera, cuando los bares y restaurantes se llenaron de hinchas ya seguros que 90 minutos más tarde festejarían la tercera estrella de Francia. La segunda vida empezó con el empate, cuando la mufa del primer tiempo se hizo esperanza, la esperanza euforia y la euforia convicción: el empate dos a dos iba ser insuperable para los argentinos. ”Eso es lo que pensé: me dije, después de tanta felicidad nos rompemos, nos venimos abajo y perdemos el mundial que fue nuestro durante tantos y tantos minutos”, cuenta Alberto, un cliente del El Sur que baila envuelto en una camiseta de la selección. Roland piensa exactamente como él: “con el dos a dos salí de mi casa y vine como un loco a los Campos a unirme a lo que creía iba a ser un gran festejo. Ni ebrio ni drogado pensé que Francia iba a perder. Había escuchado y leído durante casi una semana cosas sobre la fragilidad psicológica de la selección argentina. Me dije estos no se levantan más y vine”. Quentin y Claudia se quieren más allá del mundial y de su resultado: ”pero qué infarto, en un momento, en nuestra casa, durante el partido, todo se empezó a poner negro, irrespirable”, relata Quentin tomado de la mano de su más que orgullosa esposa argentina. Claudia cuenta: ”es un asunto enorme porque uno no sabe por quién hinchar, yo por la Argentina y él por Francia, pero lo que alegra a uno pone triste al otro. Y en un partido tan tenso, tan de sube y baja, sí, hubo un rato irrespirable. Pero los dos entendemos que es un juego y nada más. Pero estoy muy feliz”.

Con el fútbol de esta selección, Francia descubrió un décimosegundo jugador: la hinchada argentina. Pese a las horrendas campañas de prensa negativas, con el correr de los días, esas figuras saltando y bailando en todas las condiciones se les empezaron a ser queribles. ”Me sorprendieron los hinchas, cuenta Didier, un francés recién salido de un bar de la Rue Monge donde fue a mirar el partido: ”son apasionados y apasionantes, permanentemente en estado de algarabía y con una energía positiva muy, muy distinta a la imagen que tenían de hinchas malditos”.

El ”Eso es para Diego que nos mira desde el cielo” es ya un hito. Consagra el hombre mano de Dios y al hombre delicado, al “mago de todos los tiempos”, como dice Didier, para quien, además, la “historia de esta final no la escribieron ni Deschamps ni Scaloni sino Hitchcock. Creo que voy a tener dulces pesadillos con Messi”.

A esta hora ya tardía todavía hay grupos de hinchas franceses que erran por los Campos Elíseos y sus alrededores. No tenían ni la más lejana duda de que iban a ganar. Por ahí pasó la selección, un partido de antología y un hombre recibió ayer el premio de su infinito talento. Hay, entre todos, perdedores o ganadores, un consenso total: la Argentina ganó con Messi el Mundial que el diez se merecía.

efebbro@pagina12. com. ar

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